A lo largo del tiempo los escritores han estado obligados a describir lugares, personas y objetos con todo lujo de detalle para el imaginario de sus lectores. En esta publicación se plantean los diferentes tipos y formas de descripción que han sido emplearlas.
Descripción estática: Ésta detiene el avance de la narración para describir al personaje, lugar u objeto. Significa pararlo todo para observar el entorno y contar lo que percibe el personaje. Aunque el avance de la historia es detenido, el narrador ofrece detalles que ayudan a penetrar en la ficción, utilizando elementos sensoriales que sumergen al lector en la escena descrita.
Descripción dinámica: Describe a los personajes a medida que interactúan con el entorno. Al mismo tiempo que la historia avanza, el narrador da detalles del entorno y describe a su vez un personaje. De esta manera, se muestran detalles minuciosos y relevantes sin necesidad de detener la acción.
Descripción integrada: Los detalles que se describen detienen la historia: también ayudan a que la acción avance de esa forma se economizan recursos, aportando información en menos espacio haciendo que la narración gane dinamismo.
Pero lo ideal es que una descripción sea completa que ofrezca el mayor número posible de detalles y elementos sensoriales, al mismo tiempo que ayude al avance de la historia. Se debe aprovechar cualquier ocasión para dar información valiosa sobre el mundo que pretendemos transmitir al lector y aprovechar los detalles para apoyar el seguimiento de la historia, sin detener la acción.
La descripción estática es ideal emplearla después de un episodio de mucha tensión o una escena trepidante para dar sensación al lector de parar y «tomar aire».
Por eso la descripción estática sigue siendo útil y valiosa aunque no es un recurso que funciona siempre.
